Recuerdos de un C-212 (II)
El día amaneció despejado; típica mañana de verano, con temperatura agradable, que dejaba entrever el sofocante calor para horas venideras. Después de un ligero desayuno (los nervios se instalaron en su estómago la noche anterior, y no dieron fecha de salida) se subió en el coche de su padre y pusieron rumbo al aeropuerto. De camino, la ciudad se veía tranquila, no obstante era verano; un viernes cualquiera de un verano cualquiera. Pero no para él.
Todavía en el coche, su padre se empeñaba en recordarle que aquel vuelo no era como los demás; se trataba de experimentar un ejercicio de dos horas y media junto con pilotos militares, en el cual se realizarían pasadas a baja cota sobre las baterías apostadas en la zona del cabo, con elevados ángulos de alabeo y fuertes ascensos (en relación, obviamente, a lo que estaba acostumbrado en condiciones normales), así pues, estaba terminantemente prohibido desabrocharse el cinturón y acercarse a la cabina.
Una vez en la zona militar del aeropuerto se sentó en la pequeña sala de espera y, en escasos diez minutos, vio llegar un jeep del que se bajó la tripulación de aquel día.
Ya los conocía; ya le habían transportado en alguna que otra ocasión, pero ese día no parecían los mismos: la mirada era diferente, los gestos más austeros, incluso el mono de vuelo parecía haber cambiado para la ocasión.
Tras los saludos iniciales y las comprobaciones de rigor, directos al avión; no había tiempo que perder, así que nadie volvió a recordarle de nuevo que aquello podría llegar a ser duro para un chaval de su edad. Tal vez confiaban en que por sus venas circulaba sangre de aviador (aunque nunca lo llegase a ser) o, por el contrario, es posible que no quisieran multiplicar sus nervios a escasos minutos del despegue.
Sea como fuere, allí estaba, sentado y con el cinturón perfectamente abrochado; con el estómago del revés mientras hacían el backtrack para situarse en cabecera de pista.
En su mente, simulaba los pasos:
- C-212: Torre estamos listos salida
- TWR: Autorizado a despegar pista XX, viento de YYY/ZZ nudos
- C-212: Autorizados a despegar, pista XX
Gases hacia delante, V1…rotate….¡¡y al aire!!
En ese momento, cuando dejaron de formar parte del suelo, fue justo el instante en el que sus nervios desaparecieron. A partir de ahí, dos horas y media de constantes maniobras, alejamientos de la costa para, después, volver directos al cabo y…¡zas, cuernos y arriba!
Su estómago subía y bajaba pero él no tenía tiempo para pensar en eso…¿y las ventanas?, ¿por qué no había más?, ¿por qué no eran más grandes?. Estaba claro que nadie pensó en él cuando diseñaron el aerodino.
No dejó de moverse durante todo el ejercicio: aquel cinturón era un estorbo, así que, en cuanto empezó a controlar la situación, se deshizo de él y se puso de rodillas en el asiento. Se agarraba fuertemente con las manos a la malla de color verde que servía de respaldo, mientras, veía pasar el terreno bajo sus ojos, tan cerca como jamás habría imaginado. Los virajes se sucedían, notaba la presión en su cabeza, pero conseguía zafarse de esa sensación de abotargamiento como si le hubieran entrenado para ello.
Pasaban los minutos y se acercaba la hora de la recuperación; el mecánico de vuelo se levantó de su asiento y se dirigió a él, ofreciéndole un lugar de privilegio durante la aproximación al campo. La emoción le embargaba; se sentía uno más de la tripulación, y no tenía palabras suficientes para agradecer ese gesto. Aquel final era como un reconocimiento a su aguante durante el vuelo. Algo así como: adelante chaval, te lo has ganado. Y es que, no había mejor recompensa que una toma final en cabina.
- C-212: Torre, pista libre
- TWR: Roger. Terminado, buenos días.
- C-212: Buenos días.
PD: En agradecimiento a aquellos pilotos, y en reconocimiento a la labor de todo el personal del Ejercito del Aire.
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