Copilotos Ryanair
Hace unos días el consejero delegado de Ryanair, Michael O’leary (bufón de la aviación comercial) saltaba a la palestra con unas declaraciones tan bochornosas como aterradoras. Según este personajillo no son necesarios los copilotos en los aviones modernos “porque el ordenador se encarga ya prácticamente de todo”. Además, con la supresión de los copilotos “las aerolíneas se ahorrarían una fortuna”, que al fin y al cabo es lo que le interesa a Ryanair: recortar gastos en todo lo posible (y en lo que no, también), tratar al pasajero como si fuese una maleta más y sangrar a sus empleados con unas condiciones de trabajo realmente lamentables, todo para que O’leary se llene bien los bolsillos y nos deleite con alguna gilipollez de las suyas cada cierto tiempo.
Pero ahí no queda la cosa, parece ser que conforme avanzaba la entrevista su cerebro no dejaba de crear (una estupidez tras otra) llegando a sugerir que en los trayectos cortos de Ryanair los TCP (Tripulantes de Cabina de Pasajeros) podrían sustituir la figura del copiloto, pues la única función de este último es “asegurarse de que la persona al mando no se queda dormida y se da de cabeza contra los controles”.
Obviando las idioteces de este personaje diré que el reparto de funciones entre los pilotos de un avión es un tema muy complejo. Antes de iniciar el vuelo el comandante se encarga de distribuir las tareas a realizar: quién despegará el avión, quién se encargará del mismo durante la fase de ruta, de aproximación y de aterrizaje, es decir, la labor de un segundo piloto en cabina es fundamental para monitorizar los controles, hacer las cheklists, mantener comunicaciones con los controladores aéreos, etc.
El hecho de que un avión esté certificado para realizar un autoland no quiere decir que pueda hacerlo de cualquier manera, es más, para una CAT III el PNF (Pilot Not Flying) se encarga de observar el exterior a través de los cristales de cabina hasta que visualiza las luces de aproximación de la pista. De hecho, y como ya dije en la anterior entrada, las aproximaciones ILS (en cualquiera de sus categorías) requieren una serie de instalaciones en el aeropuerto en cuestión, la certificación de la aeronave y la certificación de la tripulación para realizar una determinada aproximación; una tripulación certificada para un ILS CAT II no lo está para una CAT III, a no ser que se la prepare y certifique para ello. Por tanto, eliminando la figura del segundo piloto, Ryanair dejaría de operar en muchas ocasiones ante la imposibilidad de volar una aproximación ILS, por no hablar de sus condiciones para establecer base de operaciones en algunos aeródromos. Concretamente en Zaragoza, debido a las intensas nieblas en los meses de diciembre y enero, Ryanair ha exigido que el aeropuerto disponga de sistema ILS CAT II/III para poder establecer base de operaciones en la capital aragonesa. Tengo entendido que todas las tripulaciones de Ryanair están certificadas para volar una ILS CAT IIIa, al igual que los Boeing 737-800 con los que operan pero, sin segundo piloto, no hay ILS que valga.
Las reacciones a los vómitos de O’leary no se han hecho esperar y un piloto de la aerolínea irlandesa, Morgan Fischer, ha sugerido “que Ryanair sustituya a su consejero delegado por un auxiliar de vuelo en prácticas cuyo sueldo anual es de unos 13.200 €”.
Al margen de que toda esta sarta de sandeces no se la crea ni el propio O’leary, no entiendo cómo se sigue haciendo la vista gorda con este individuo y su empresa. Es cierto que todas estas declaraciones, a las que nos tiene acostumbrado el irlandés, siempre caen en saco roto en cuanto a su implantación, pero consiguen crear expectación y generar polémica; al final todo el mundo acaba hablando de las gilipolleces de este individuo (incluso un servidor), pero nadie le mete mano y lo pone de patitas en la calle, que es donde debería estar.
Ryanair está haciéndole mucho daño a la aviación civil y el pato está todavía por pagar. Desde luego que la aerolínea y sus dirigentes no se ponen ningún límite, así pues deberemos confiar en las autoridades competentes para que actúen de una vez, de la forma que sea, y que en un futuro no tengamos que lamentarnos cuando ya sea demasiado tarde.
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