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Los restos del volcán

Pasados unos meses desde que el volcán islandés Eyjafjalla hiciera su aparición en escena, salen a la penumbra ciertos sucesos que cuestionan la capacidad de gestión de alguna compañía aérea. Y digo penumbra porque los hechos que voy a relatar no han trascendido a la opinión pública, por suerte para algunos, quedando por el momento en una investigación interna de la que, a día de hoy, nada nuevo se sabe.

Me cuentan que durante el mes de mayo, y coincidiendo con las restricciones impuestas por Eurocontrol para el espacio aéreo español, cierta compañía aérea se veía en la necesidad de posicionar una de sus aeronaves en un importante aeropuerto del sur de España. El comandante del vuelo posicional no estaba muy conforme por tener que volar en semejantes condiciones ya que el último report de Met Office Volcanic Ash Advisory Centres, y que tenía en sus manos, dejaba patente que  la nube de cenizas volcánicas cubría gran parte del centro y norte de la Península Ibérica. Así pues, esta persona se puso en contacto con el aeropuerto de destino con el fin de obtener información sobre la operatividad de éste; finalmente tomó la decisión de seguir adelante con el vuelo.

Con más de 450 millas por recorrer se pusieron en marcha para cumplir con los deseos de la compañía: dejar una aeronave, con su tripulación, lista en destino para comenzar con la línea al día siguiente.

El vuelo se desarrolló con normalidad en toda su fase de ruta, pero durante la aproximación al aeropuerto de destino el aerodino entró en pérdida sin justificación alguna (al menos en esos momentos). Desconozco en qué tramo de la aproximación se produjo este episodio pero puedo intuir que al principio de la misma o en su fase intermedia, ya que el comandante relata una pérdida de altitud muy brusca de la que, afortunadamente, pudieron recuperarse.

Tras el susto, y habiendo declarado emergencia, tomaron tierra en su destino con aparente normalidad. Los técnicos de mantenimiento procedieron a realizar una inspección del aparato mientras que el comandante se encargaba de dar parte de los hechos, a la espera de algún dato que pudiera explicar lo sucedido.

Por el momento el asunto permanece bajo investigación y no se ha hecho hueco en los medios de comunicación, posiblemente, por la ausencia de pasaje en el vuelo, al tratarse éste de un vuelo posicional. Espero poder saber algún día qué fue lo que ocurrió durante esa aproximación y si, como todo apunta, las cenizas del Eyjafjalla afectaron a los sistemas del avión hasta el punto que hemos visto.

Ese mismo día, la misma compañía aérea le hacía el mismo requerimiento a otra tripulación. Los aeropuertos de origen y destino eran otros y la respuesta del comandante en cuestión fue negarse a volar, puesto que, a su juicio, las características de la nube de ceniza impedían realizar el vuelo con las necesarias condiciones de seguridad. Esa decisión le costó el puesto.

Cambiando de tercio, aunque con el Eyjafjalla de común denominador, me cuentan también que mientras el ínclito ministro de Fomento ofrecía los aeropuertos españoles como apeaderos de los vuelos trasatlánticos con destinos europeos, todos los operadores de handling de nuestro país se veían obligados a denegar las peticiones de asistencia a todas aquellas aeronaves que no presentasen un plan de vuelo de salida, ya que los aeropuertos más transitados vieron colapsadas sus plataformas debido a las cancelaciones por el cierre de muchos destinos en el resto de Europa. Esta decisión no se tomaba a la ligera ni de forma unilateral, sino que venía impuesta por la mayor gestora aeroportuaria a nivel mundial, que no es otra que AENA. Así pues, este hecho pone de manifiesto, una vez más, la incompetencia del señor Blanco en la toma de decisiones. Mientras él se colgaba medallas por los telediarios, otros se veían en la obligación de denegar lo que el ministrillo aeronáutico había prometido. 

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