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Remove Before Flight

Sin huelga, de momento

Tras unas semanas de incertidumbre se confirmó que los controladores aéreos no irán a la huelga en el mes de agosto. A riesgo de pecar de listillo, un servidor estaba casi convencido de que este enfrentamiento iba a acabar así, al menos en el primer asalto, y es que en USCA han parecido tener claro que con quien realmente estaban luchando no era ni Fomento ni AENA sino con la opinión pública; con aquellos que pagan su sueldo cada vez que se suben a un avión. Hasta el portavoz de USCA, César Cabo, parecía estar escogido para la ocasión: joven, con buena presencia y facilidad de palabra ante las cámaras, esto último bastante difícil cuando de lo que se trata es de presentar aseado a un colectivo sumido en la oscuridad durante años.

El de los controladores ha sido siempre un gremio rodeado por un halo de inaccesibilidad y desconocimiento que ha conseguido situar a sus profesionales entre los más odiados por los españoles, y esto en gran medida ha sido culpa de los propios controladores que no han sido capaces de (o no han querido) explicar en qué consiste su trabajo. Para un ciudadano cualquiera o, mejor dicho, para un usuario del transporte aéreo la figura del controlador es la de una persona que sube a una torre de control y le dice al piloto de un avión cuándo puede despegar. Si hacemos caso a esta descripción, entonces, a cualquiera se le hace difícil entender que el sueldo de estos profesionales sea tan elevado, sin embargo parece que ellos mismos han preferido permanecer en la sombra y aguantar las críticas, muchas de ellas malintencionadas y no justificadas por el desconocimiento.

El acuerdo firmado por AENA y USCA garantiza el servicio de los controladores y abre la puerta a la negociación del II Convenio Colectivo con el gremio, sin embargo esto no ha hecho más que empezar y ya veremos cómo continúan las negociaciones de ahora en adelante.

Supongo que el ministro de Fomento estará contento con este desenlace, nada menos que cinco meses de tira y afloja en los que el señor Blanco nos ha deleitado los oídos con perlas de distintos colores, siendo la última un insulto a las matemáticas más elementales: “mi paciencia es infinita pero se está acabando”. Vamos a ver don José, si es infinita entonces no tiene fin, y si no tiene fin, entonces, no se puede acabar; al igual que si su paciencia se está acabando es porque tiene un límite, es decir, tiene un final y por lo tanto no puede ser infinita. Ahora bien, alguien podría discutirme que ese límite puede tender a infinito (por la izquierda en este caso), lo cual es del todo posible en el cálculo infinitesimal, pero hablarle de límites matemáticos al ministro de Fomento, cuando ni siquiera es capaz de pronunciar correctamente la palabra déficit, me parece tan osado como inútil.

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